El abuso sexual infantil es una de las manifestaciones más graves de maltrato, representando un problema social de grandes proporciones. Se define como cualquier interacción entre un niño y un adulto (u otro niño) donde el niño se utiliza para estimular sexualmente al abusador y/o observador.

A menudo no se usa la fuerza, se usa la persuasión a través de juegos y engaños. Puede o no existir contacto físico. El abuso sexual sin contacto físico puede incluir voyerismo (tratar de ver el cuerpo desnudo del niño), exhibicionismo (el abusador muestra sus partes privadas ante un niño) o exponer al niño a pornografía. Generalmente es un problema que se genera en secreto, donde todos los niños, niñas y adolescentes son vulnerables sin importar clase social, raza o estrato socio económico. Aunque muchos niños que han sido abusados sexualmente muestran cambios en su conducta o estado emocional, hay otros que no. Por lo tanto, es fundamental enfocarse no sólo en la identificación, sino también en la prevención del abuso sexual y en la comunicación, enseñando a los niños cómo mantener la seguridad y límites saludables en relación a su cuerpo, y fomentar el hablar abiertamente sobre temas sexuales. Es importante resaltar algunas condiciones que pueden hacer sospechar que un niño está siendo víctima de abuso sexual como los cambios en el rendimiento escolar, padecimientos físicos inexplicados, hipersexualidad o conductas sexuales inapropiadas para la edad, miedo a estar solo o con alguna persona en particular, miedo irracional al examen médico, cambios drásticos en la conducta, aumento de pesadillas, insomnio, conducta retraída, depresión, ansiedad, ataques de ira. Una duda frecuente es por qué no cuentan los niños, una de las razones en los más pequeños es que no han desarrollado la capacidad de comunicar el abuso sexual. Es común que los niños tarden en revelar estos hechos y esto no es un reflejo de mala relación con los padres. Muchas veces los niños dicen que no querían lastimar a sus padres o hacerlos sentir mal, pueden sentirse avergonzados, además evitar recordar el trauma hace parte de las reacciones post traumáticas y puede que el niño simplemente trate de olvidar lo sucedido. Los niños suelen creer que el abuso sexual es culpa suya y puede que no quieran contarlo por temor de meterse en problemas. Asimismo, los niños muy pequeños no han desarrollado la capacidad de hablar como para poder comunicar el abuso sexual, especialmente cuando el abuso se lleva a cabo en forma de juego. El abuso por naturaleza se mantiene en secreto. Ocurre cuando los niños están solos con el agresor. 

Según la encuesta EVCNNA 2018 (Encuesta de violencia contra niños, niñas y adolescentes) el 72% de los casos suceden en las viviendas, la mayoría de los abusadores fueron miembros de la familia, el 30% de las niñas dejó de asistir a clases por esta situación y solo el 6% acudieron a servicios de ayuda dispuestos por los lineamientos nacionales. En cuanto a las características del abusador, la mayoría son hombres y no es el típico “hombre viejo y sucio”, a menudo son personas conocidas que se han ganado la confianza del niño como se mencionó: familiares, amigos, vecinos, cuidadores, compañeros y algunos pueden tener historia de abuso en su niñez. Si el niño víctima de abuso cuenta lo que le sucede, la reacción de los adultos o padres tendrá gran impacto en sobre cómo el niño enfrentará el trauma. Siempre se debe permanecer tranquilo y escuchar atentamente, no juzgar, dar gracias al niño por haber contado, evitar poner primero las emociones del adulto, demostrarle amor, respeto y aceptación, recordarle que no es culpable, no pedir demasiada información o demasiados detalles, mantenerlo informado de todo lo que se hace.  La prevención se basa en la educación en el afecto, condición que permite que el niño y la niña adquieran, a partir de su familia, la autoestima requerida para defenderse de todas las posibles situaciones abusivas con las cuales deban enfrentarse.

La enseñanza directa de la prevención y autoprotección frente a situaciones de abuso es clave, aunque la seguridad y protección debe estar a cargo de las personas adultas, se sugiere proveer a niños, niñas y adolescentes de recursos que les permitan reconocer las situaciones de peligro y defenderse de ellas, aprendiendo a decir no.

Juanita Puchulú Betancourt
Pediatra

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