Desde tiempos inmemoriales el maltrato se ha instaurado como una práctica de crianza, lo cual sin duda es una acción que denigra y humilla la existencia humana, es decir la vida de los niños y niñas; no obstante, gracias a los avances en relación con los conocimientos científicos, específicamente desde el campo de las neurociencias se ha podido comprobar que el maltrato hacia los NN, tiene consecuencias nefastas para su desarrollo físico y mental; sin embargo, también se debe reconocer que desde diferentes áreas del saber existió un amplio desconocimiento sobre las repercusiones negativas del maltrato infantil.
Algunos de sus seguidores justificaron el trato inhumano hacia los animales, los niños y los enfermos mentales sobre la base de esta teoría. Para ellos, los animales carecían de mente, los niños la desarrollaban a partir de los 7 años, cuando podían hablar y razonar, y los enfermos mentales habían “perdido sus mentes”. (Kolb & Whishaw, 2015, pág. 6)
Siendo así, se hace necesario conocer los hallazgos positivos que la neurociencia ha encontrado en relación con los Buenos Tratos que se les brinda a la niñez y a adolescencia, es decir, para que exista un adecuado neurodesarrollo es crucial que desde etapas tempranas del ciclo vital se les posibilite a los niños y niñas un acompañamiento propicio desde diferentes ámbitos, por ejemplo, para que haya una alta probabilidad de que la niñez desarrolle un apego seguro (vínculo afectivo) es necesario que los cuidadores primarios (padres de familia o adultos responsables de la crianza) se acerquen mediante acciones correctivas y no a través de los castigos, toda vez que la primera de ellas (corrección) pretende que el niño no adquiera o desarrolle patrones de conducta disfuncionales que posiblemente les traerá un sin número de dificultades en sus vidas, a diferencia del castigo, donde existe una posición asimétrica que ambiciona educar por medio del adultocentrismo, esto quiere decir, que el cuidador solo busca que el menor de edad cumpla sus órdenes con el objetivo de sostener una relación hegemónica satisfaciendo su deseo a ser obedecido sin analizar la verdadera necesidad del niño o niña de ser instruido con ternura.
Desde la neurociencia también se habla de la importancia que tienen los micronutrientes en el óptimo desarrollo del sistema nervioso, en forma más comprensible, una alimentación adecuada desde la misma etapa gestacional, promueve que el cerebro madure adecuadamente sus diferentes estructuras, conectividades, funciones, entre otros. Sin la provisión de una adecuada nutrición existe un alto riesgo de retrasos o deficiencias que incluso podrían persistir con el restablecimiento de las mismas; se puede entender aún más el asunto si se tiene presente que, existen periodos críticos del neurodesarrollo donde exclusivamente en este tiempo está latente la posibilidad para el infante de incorporar una nueva habilidad, ya que una vez pase este tiempo se hace notoriamente complejo adquirir la competencia que debió lograrse en una etapa determinada del proceso de maduración.
Desde esta perspectiva se puede comprender que, el discurso neurocientífico habla de la crianza como un proceso continuo que inicia desde la vida intrauterina, donde la calidad del trato que se ejerce con la niñez determinará en gran medida como se darán los múltiples procesos que tiene la evolución del sistema nervioso central durante sus respectivas etapas. Así mismo, sea hace entendible que el Buen Trato con los NN, se compone de diferentes elementos, como suplir las necesidades alimentarias, inserción al aparato escolar, sistema de salud al día, y demás, con el agregado de que este (Buen Trato) se dé con una conciencia plena de que cada acción que se promueva hacia un menor de edad tendrá una consecuencia particular en esa vida que está siendo asistida por el cuidador.
La vida de un niño que se teje por medio del amor y la ternura tiene la gran ventaja de entregar y promulgar con los demás eso que aprendió de sus cuidadores.
Camilo. BD