“La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos” – San Juan Pablo II

Esta frase habla sobre la responsabilidad que otorga la libertad, pues elementos como la razón y la voluntad se vuelven indispensables a la hora de ejercer una libertad consciente. Si bien la libertad es inherente al ser humano (pues es originario de la existencia humana) se convierte también en un derecho adquirido que instará básicamente al dominio propio, al respeto y la protección, tanto de sí mismos como de los demás.

Así mismo, la voluntad es aquella capacidad que posee el ser humano para realizar acciones de maneras intencionadas, siendo necesario allí partir de dos elementos. El primero de ellos es “tener conciencia” acerca de la existencia de los caminos que hay por recorrer, teniendo en cuenta que mínimo puede haber dos alternativas posibles de elección, por ejemplo, si una persona sufre de una enfermedad que requiere tratamiento, puede tener la elección a voluntad de hacerlo o de no hacerlo, asumiendo con ello las consecuencias que la decisión pueda traer. El segundo elemento a tener en cuenta cuando se habla de voluntad es poder analizar las ventajas y desventajas que va a tener la incidencia de la elección tomada, es decir, volviendo al ejemplo anterior preguntarse ¿qué incidencia va a tener sobre la salud de una persona si esta decide o no hacer el tratamiento? ¿qué incidencia tendrá esa decisión sobre su familia? ¿qué incidencia tendrá sobre su salud mental? Es por esto que se requiere un análisis para cada situación concreta.

De esta manera, la razón también desempeña un papel importante para la toma de decisiones, pues es esta quien dirá que tan acertadas o no serán las conclusiones a las que se llega, es por esto que se afirma que la libertad es un acto razonado y voluntario, hay quienes dicen que esto puede tomar menos de un minuto, sin embargo, hay decisiones que pueden tomar más tiempo. La medida del tiempo dependerá que entren o no a confluir elementos como: conocimiento de sí mismo, impulsividad, ansiedad, frustración, presión social, emotividad, empatía y por supuesto, la subjetividad.

Por otro lado, se habla de la responsabilidad en la libertad en cuanto el ser humano pueda hacerse cargo de sus propios actos, lo que implica así asumir las consecuencias que se deriven de estos. Es importante recordar que hay decisiones no solo desfavorables sino irreversibles, pues solo cuando se es autónomo y responsable se logra dimensionar la incidencia de las acciones realizadas sobre los otros y será posible hacerse responsable de ellas. Es por esto que es necesario fomentar la empatía, pues una persona libre y responsable es capaz de ponerse en el lugar del otro.

En la cotidianidad de la vida y en el que hacer de las familias cada miembro ocupa un rol (padre, hijo, hermano, ciudadano, estudiante, amigo, novio, esposo) teniendo así cada uno el poder de tomar decisiones e influir no solo en su propia vida sino también en la de los demás, es decir, aquí hablamos de una libertad individual pero también social. En ese sentido, se podría decir que no se es libre de elegir algunas circunstancias particulares, pues de ellas incluso se nace haciendo parte, pero de lo que si se es responsable es de la respuesta que se tiene frente a ellas, es por esto que como seres humanos hay casos puntuales donde no tenemos elección, pero siempre tendremos capacidad de decisión.  

Entrando en materia, la problemática de realidad carcelaria ocupa gran relevancia en la sociedad, porque a diario se hablan de delitos, en los diferentes medios de comunicación, por ejemplo, en los noticieros, la prensa y la radio. De igual manera en la mayoría de casos detrás de cada hombre o mujer que cometió un acto delictivo, existe una familia y, en muchos casos, uno o varios hijos, los cuáles podrían estar vivenciando directamente este tipo de situaciones. En consecuencia, estos niños y niñas, son prácticamente invisibles para la sociedad, para los procesos de justicia penal y en general, para políticas públicas de infancia y adolescencia, casi como si el único “castigado” no fuera solo la persona que cometió el delito sino también sus familias. Es importante traer a colación que en ocasiones a la hora de hacer el arresto hay presencia de niños y niñas, la justicia en muchas ocasiones no lo tiene en cuenta y esto puede generar secuelas y graves afectaciones psicológicas en ellos.

La problemática carcelaria en Colombia se ha convertido no solo en una delicada situación social, como claramente se puede evidenciar, sino en una situación donde la familia es quien realmente sufre un alto impacto psicosocial, que por su gran complejidad en el contexto comunitario nacional no puede quedar abandonada, ni mucho menos relegada, por el contrario, debe ser estudiada y evaluada. La privación de libertad en Colombia es una de las problemáticas más sentidas que aqueja a la sociedad en la actualidad, ya que su mayor afectación recae sobre los niños, niñas y el núcleo familiar más cercano.

Existen en el país alrededor de 146.000 niños, niñas y adolescentes viviendo en un hogar donde por lo menos uno de sus miembros se encuentra privado de la libertad, teniendo que experimentar de forma directa el efecto carcelario. Estos niños comparados con sus grupos de pares que no se encuentran en la misma situación, “están expuestos a un mayor riesgo, en amplios escenarios, como lo son la pobreza, la inseguridad alimentaria, acceder a una buena salud, a una buena educación o llevar una vida plena” (Cadoni, et al, 2019). Si bien el propósito de una pena de prisión es castigar a quien ha cometido un delito y no a su familia, el encarcelamiento de un ser querido y el conjunto de valores, actitudes y comportamientos asociados a esa experiencia, “pueden generar un impacto negativo en el grupo familiar, e incluso aumentar la probabilidad de que los hijos e hijas terminen involucrados en conductas delictivas a futuro” (Valdivieso Elissetche y López Garrido, 2018). A partir del encarcelamiento de uno de los miembros de una familia, el resto del núcleo familiar queda totalmente alterado y expuesto a situaciones sociales e identidades múltiples, que lo van posicionando en un contexto cada vez más vulnerable. También se ha evidenciado que los niños y niñas que han presenciado el acto criminal o el arresto de alguno de sus padres pueden llegar a presentar problemas de conducta.

“El encarcelamiento, o incluso el sólo arresto, de un progenitor(a) comúnmente provocará fuertes reacciones en sus hijos y, aunque éstas varían mucho, entre ellas puede haber: tristeza, rabia, preocupación y una sensación de pérdida” (Joseph Murray, 2005) Los hijos de los prisioneros están aislados o separados de uno o sus dos progenitores por encarcelación, presentando condición de pobreza, aislamiento social, riesgo de explotación y abuso, peligro de volverse víctimas de esclavitud, tráfico sexual, violencia de pandillas, entre otros. A menudo experimentan estigmatización social y un sentimiento de rechazo, que provoca desmotivación y desesperanza, sufriendo traumas, comportamientos destructivos, y por lo general manifestando bajo rendimiento escolar.

A menudo se describe a los hijos de madres/padres encarcelados como las víctimas olvidadas del encarcelamiento. Cuando una madre o padre va a la cárcel, sus hijos se ven afectados, por lo general, de forma negativa. No obstante, estos efectos rara vez son considerados en los procesos de justicia penal. Al no tomar en cuenta a los hijos de las madres y los padres encarcelados ni hablar con ellos a lo largo de todas las etapas del proceso de justicia penal desde el arresto, pasando por el juicio, el encarcelamiento y la liberación, hasta la rehabilitación y reinserción en la comunidad se están ignorando. Tras el encarcelamiento de su progenitor(a), los niños probablemente tendrán que asumir nuevos papeles en el hogar a fin de apoyar en las labores domésticas, en lo emocional y económico a otros miembros de la familia. Tal vez tengan que mudarse de barrio, de casa o de escuela a causa del encarcelamiento materno/paterno. Más, en general, los sistemas de justicia penal en todo el mundo aún no reconocen estos impactos.  (Oliver Robertson, 2007).

“De acuerdo con las investigaciones, al compararlas con la población general, estos niños provienen de familias donde muy probablemente ha existido desempleo, múltiples problemas psicológicos, dificultades en la pareja, abusos, abandono y aquellos problemas asociados con las clases bajas” (Joseph Murray, 2005). Es especialmente probable que en la familia de los hijos con madres en la cárcel haya habido abusos o problemas psicológicos, “su exposición a este tipo de ambiente puede aumentar el riesgo del niño o niña a desarrollar tendencias antisociales o delictivas en la edad adulta.” (Oliver Robertson, 2007)

Este impacto sobre las familias ha sido descrito como una “serie de crisis sucesivas” que son: el arresto, el juicio, el encarcelamiento, y luego de la liberación. (Fishman and Alissi, 1979). Los desafíos que deben enfrentar los hijos de personas privadas de libertad han sido definidos como “pérdidas ambiguas”, ya que la tristeza que causa la ausencia de un ser querido (Arditti, 2012) también es descrito como una “experiencia infantil adversa o negativa” ligada con problemas de salud tanto emocionales como físicos. La exposición a este tipo de ambiente puede aumentar el riesgo de que el niño o niña pueda desarrollar tendencias antisociales o delictivas en la edad adulta (aunque no necesariamente) (Children of Prisoners Library, 2003) Risk and Protection (Families and Corrections Network

Ahora bien, es importante poder hablar del estigma social con el que quedan las familias, pues muchas de esas son marginadas socialmente y se vuelven un blanco de la sociedad. En ocasiones hay burlas, malos tratos, indiferencia e incluso hasta agresiones en casos extremos, es necesario poder proteger a las familias que se encuentran pasando por este proceso, especialmente a los niños y niñas. El estigma social los hace ser población vulnerable, en ocasiones “los verdugos” no se encuentran afuera, hay personas de la misma familia que se vuelcan contra ellos, es necesario hacer un llamado a la empatía, comprensión y a la tolerancia.

Finalmente, se ha de decir que es indispensable el acompañamiento que puedan tener las familias en este tipo de procesos, es necesario poder brindar estrategias y herramientas para que puedan afrontar la situación, incluso en algunos casos es necesario hacer proceso de elaboración de duelo con algunos miembros de la familia porque la separación física puede producir ansiedad, angustia, depresión, entre otras cosas. Es importante que como sociedad no se siga invisibilizando el papel de la familia cuando uno de sus miembros se encuentra en privación de la libertad, pues la familia siempre ha cumplido un rol protector, porque posibilita apoyo a cualquier miembro de la familia que lo necesite.

“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” – Rosa Luxemburgo.

 

Bibliografía

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Oliver Robertson (2007) Serie: Mujeres en la cárcel e hijos de madres encarceladas El impacto que el encarcelamiento de un(a) progenitor(a) tiene sobre sus hijos. Quaker United Nations Office. Recuperado en: https://www.quno.org/sites/default/files/resources/ESPAN%CC%83OL_The%20impact%20of%20parental%20imprisonment%20on%20children.pdf

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Tomado de: https://www.milenio.com/opinion/ricardo-velazquez/opinion/libertad-y-responsabilidad

 

 

 

 

 

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